Inolvidable sábado 5 de diciembre
de 2009. A las seis de la mañana arribamos a Santiago. Un poco somnolientos y
cansados por el viaje, nos dirigimos hasta el Galpón de la Fundación Víctor
Jara.
La delegación de 23 personas,
(Integrantes de nuestro Centro cultural, del Sindicato de Suplementeros, del
Colegio de Profesores, de Organizaciones de Derechos Humanos, Artistas de la
Agrupación Cultural Huillimapu) se puso a disposición de los preparativos que
demandó el funeral de Víctor.
Con el pecho angustiado y la
garganta apretada, hicimos tres guardias solemnes ante el féretro de nuestro
querido Víctor Jara.
Un canto a capella del coro de
las juventudes comunistas vestidos de camisa rojo amaranto, marcó la salida de la
urna que transportaba a Víctor. Un aplauso vibrante y lágrimas en los ojos
sellaron ese minuto, esperado desde hacía 36 años.
Luego, en la calle, a los sones
de bronces y cajas,comenzó el carnaval, pasacalles y sicuris que abrieron
paso a los miles que acompañaron a la familia en este funeral que se le debía a
una de las víctimas más emblemáticas de la dictadura militar.
El sol aplastante y las 3 horas
de caminata que nos separaban del cementerio no fue impedimento para nadie.
Niños, jóvenes, adultos y ancianos se las arreglaron para sortear el calor y el
cansancio.
Los saludos al pasar no cesaron
en la larga caminata. Desde los balcones sacaban una bandera, una guitarra, un
ramo de flores o simplemente una seña con la mano para despedir al cantor de
Chile.
En nuestros pechos retumbaban los
sones de los bailes y desde un vehículo especialmente acondicionado con
altoparlantes, el canto de Víctor nos acompañó durante todo el viaje.
Fue una hermosa e inolvidable
jornada. Este momento ha marcado en la sociedad chilena una de las mayores
derrotas a la dictadura y a la derecha. A Víctor lo torturaron y lo acribillaron,
pero no lograron matarlo. Está más vivo que nunca en el corazón de su pueblo y
por supuesto en el de nosotros, los de su Ñuble natal.
-Primera descarga de fotos-
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